miércoles, mayo 17, 2006

EL NIÑO Y LA PALOMA

Ajeno a todo cuanto acontecía a su alrededor, se hurgó los bolsillos buscando su tirachinas, no podía perder la oportunidad de su vida, sobre la rama de su casa-árbol, una paloma despistada mascaba su lenguaje de arrullos a la par que movía su pescuezo arritmicamente.

El niño tensó la gomilla del arma, apuntó con toda su alma, y cuando se disponía a destensar “el gatillo” sintió tanta euforia que sus ojos se nublaron y tuvo que volver a estirar la goma. Antes se ha frotado los ojos y se ha concentrado en su presa aún más, casi con sapiencia felina.

No era la primera vez que la veía, solía apreciar su vuelo desde su ventana, como recogía pequeñas ramitas para su nido, o comía del suelo tristes migas de pan en el patio de su colegio. De alguna forma se conocían el uno al otro, sus vidas paralelas pero cercanas estaban destinadas a encontrarse constantemente.

Pero la infancia no perdona, y el tirachinas era demasiado bueno para las latas que arañaba de los contenedores de basura, esa era una herramienta de caza y no iba a pasar de aquella tarde sin hacer diana.

A lo lejos, resuena un televisor a toda voz propagando la noticia de un nuevo atentado en Bagdad. El chaval dispara, pero la Paloma ágil remonta el vuelo.

Mala suerte, mañana habrá que intentarlo de nuevo.

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